Lamentamos profundamente que en algunos pichileminos no exista el respeto hacia otras personas, discriminando por cosas tan banales como el aspecto físico.
El respeto hacia los demás, según un filósofo español contemporáneo, constituye \»la esencia misma de la educación, que debe ir pareja a la enseñanza de los contenidos del saber que se transmiten de generación en generación\».
Cuando hay respeto, hay un ambiente cordial y amable. Pero cuando éste se pierde, las sociedades se estancan, las sociedades ya no son sociedades, son suciedades.
No dejemos que los habitantes de Pichilemu pierdan esa relación cálida y cariñosa, por proyectos ególatras, y falsos mesías, que lo único que buscan es dividir y sembrar terror.
Vivamos en armonía. Pichilemu somos todos, y debemos construirlo entre todos.