Hoy celebramos un nuevo Día Internacional de la Mujer, en el que se conmemora la lucha femenina por la igualdad en el trabajo, el derecho a voto, la posibilidad de estudiar; en definitiva, la igualdad de derechos.
Su origen se remonta a 1909, en Estados Unidos, cuando el Partido Socialista organizó la primera celebración reivindicando el derecho de las mujeres a condiciones de trabajo dignas, algo que en esos momentos también era una reivindicación del movimiento obrero en general.
Un año más tarde, en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas realizada en Copenhague, se aprobó la moción de Clara Zetkin, en que se fijaba un día de cada año para reforzar la lucha por alcanzar la igualdad laboral y política de las mujeres.
Aunque inicialmente la celebración se llevó a cabo a fines de febrero, a partir de 1914 se estableció el 8 de marzo en diversos países de Europa, y en 1977, las Naciones Unidas institucionalizó esta fecha como Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional, sumándose Chile a esta celebración anual.
La mujer chilena es trabajadora y luchadora. Mujeres como Gabriela Mistral y Amanda Labarca han trabajado en la búsqueda de un reconocimiento pleno e igualitario de sus derechos cívicos, políticos y sociales.
Un saludo especial a todas aquellas que sacan adelante a sus familias; las que se levantan muy temprano por las mañanas para poder llevar comida a sus hogares; las que son madres, las que aún no, y las que no; a las jóvenes, las adultas y las de la tercera edad; resumiendo, ¡a todas!
En este día, y durante todo el año, es preciso reconocer su importante labor para el desarrollo de nuestra sociedad. Pero todavía nos falta mucho por hacer. Debemos reflexionar sobre nuestras prácticas cotidianas y aproximar nuestra sociedad hacia la búsqueda de un camino que promueva una cultura de solidaridad que termine con las desigualdades de género, una sociedad en la que no existan barreras de género, etnia, edad, religión, cultura o diversidad funcional.