Es de suma urgencia que se designe un nuevo intendente. Y si ese nombramiento recae en la gobernadora Núñez, que la próxima autoridad sea local.
El 4 de marzo pasado, la Presidenta de la República pidió la renuncia del intendente Juan Ramón Godoy, luego de varios meses de una pésima gestión, tal como la calificó el mismo gobierno. Desde entonces ocupa el cargo, de manera subrogante, la gobernadora de la provincia Cardenal Caro Teresa Núñez Cornejo. A su vez, Núñez es reemplazada temporalmente por el seremi del trabajo Sergio Salazar. Este estado de cosas no puede mantenerse, porque daña el progreso de la región, y en particular, el de la provincia.
Es muy probable —según la chimuchina publicada en diarios rancagüinos— que el cargo de intendenta finalmente recaiga en Núñez, porque milita en el Partido Socialista, \»es mujer\» y tiene buena relación con personeros del Gobierno interior. Pero también es posible que sea designado un independiente muy cercano al senador Juan Pablo Letelier Morel —como nota, a Letelier se le atribuye la salida de Godoy, a cambio de entregar su voto a favor de la reforma laboral, cual patrón de fundo.
Si finalmente la gobernadora Núñez —cuya gestión no pretendemos analizar ahora— es designada como intendenta de O\’Higgins, su cargo debe quedar en manos de alguien que conozca fielmente la situación provincial, sea capaz de implementar las políticas del Gobierno central —obviamente—, pero que también desarrolle un verdadero liderazgo y gestión política. Esa persona, necesariamente, debe ser de la provincia Cardenal Caro. ¿Cómo es que, entre más de 40 mil habitantes, no va a haber alguien con las aptitudes necesarias —o al menos el coraje y valentía— de buscar el progreso para la costa regional?
Marcelo Nogueira no era de la provincia. José Saul Bravo no era de la provincia. Hernán San Martín no era de la provincia. Julio Ibarra no era de la provincia. Teresa Núñez no es de la provincia. ¿La lista seguirá? Esperemos que no.