La educación chilena en la actualidad se divide en cuatro niveles: el parvulario, básico, secundario, y superior; los cuales son regulados y vigilados por el Ministerio de Educación, actualmente encabezado por Felipe Bulnes; existe también un organismo llamado el Consejo Superior de Educación que vigila las universidades e institutos profesionales. La educación es regida por la Ley General de Educación del año 2009, que vino a suceder a la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE), sin muchas diferencias. La Constitución Política de la República asegura el derecho a la educación y a la libertad de enseñanza. A continuación les explicaremos en este documento el trasfondo de la educación chilena y su situación actual.
Antes de que el movimiento independentista chileno surgiera en la década de 1810, la educación tuvo un escaso desarrollo, que se vio reflejado en la creación de un par de escuelas de primeras letras por parte de cabildos locales y de la Iglesia, que también mantenía seminarios. No fue hasta comienzos del siglo XIX que, con clara influencia del pensamiento ilustrado presente en los países europeos, se fundó la Universidad de San Felipe y otros centros. Ya en el año 1812, mientras Chile era gobernado por el independentista General José Miguel Carrera, se creó el Instituto Nacional, organización que existe hasta nuestros días dedicada a “formar las elites para el nuevo Estado (chileno).”
Nuestro país siendo independiente, en la constitución de 1833 (que perduró hasta 1925) se reconoció la libertad de enseñanza y la responsabilidad del estado en su desarrollo. Pocos años después, en 1842, se crea la Universidad de Chile, a la que se le “encargó inicialmente la tuición del sistema educativo.” Además de la U. de Chile, se creó la Escuela Normal, la Escuela de Artes y Oficios, y un Conservatorio de Bellas Artes. Posteriormente, creada la primera Ley sobre Instrucción Primaria en 1860, el sistema se organizó centralizadamente. La Iglesia Católica aumentó su participación en el ámbito educacional y pretendió influir sobre la educación pública, sin embargo, esta permaneció laica. En 1889, catedráticos alemanes formaron el Instituto Pedagógico para formación de docentes secundarios, que después pasaría a ser parte de la U. de Chile.
Según el informe de Iván Nuñez, “Historia reciente de la educación chilena”, el analfabetismo en Chile disminuyó de un 60% en 1907 a un 19,8 % en 1952, gracias a que la enseñanza primaria experimentó una ininterrumpida expansión.
La constitución de 1925 separó a la Iglesia del Estado, mantuvo el principio de libertad de enseñanza y apuntó que la educación era de atención preferente; en los años subsiguientes se reorganizó el sistema público y se creó el actual Ministerio de Educación. También en esta época, aparece un movimiento promoviendo “una pedagogía activa y centrada en el educando”, lo que se vería traducido en reformas curriculares, y la existencia del movimiento hasta los años 1970.
En los 1940, se “modernizó” la educación secundaria con liceos renovados; se impulsó la educación técnica; se orientó desde entonces a la industrialización experimentada en Chile en ese entonces; y se creó la segunda universidad estatal, la U. Técnica del Estado (actual USACH), que se sumaba a cuatro otras privadas y la Universidad de Chile, las cuales con subsidios estatales, eran prácticamente gratuitas.
En 1970 se crea la Junta Nacional de Jardines Infantiles, buscando impulsar la educación prebásica, que se desarrolló considerablemente desde 1950. La educación especial permaneció prácticamente experimental hasta que el régimen militar la impulsó. La enseñanza primaria antiguamente constaba de seis grados, aumentando a ocho (Educación General Básica) durante el gobierno de Frei Montalva.
Dos universidades privadas más aparecieron en la década de 1960, también gozando de subsidios públicos que las hacían casi gratuitas. Pero todo esto vería su fin después de que el régimen militar instaurara la constitución elegida en plebiscito en 1980, ya que con ella, se facilitó el proceso de creación de universidades, que ya no sería por ley como era en un principio. El subsidio por parte del Estado ya no beneficiaría a todas las instituciones educativas que aparecen después: en 1995, existían 68 universidades, de las cuales sólo 25 recibían subsidio estatal. El número de universidades e instituciones como centros de formación técnica e institutos se vio potencialmente aumentado. Además, en 1986, se traspasó la administración de los establecimientos educacionales manejados por el estado a las comunas correspondientes, en un proceso de descentralización llamado “municipalización”.
Antes de 2003, sólo la educación básica era obligatoria; esto cambió cuando el presidente Ricardo Lagos estableció en una reforma constitucional la gratuidad de la educación secundaria y su obligatoriedad hasta los 18 años de edad.
No mucho tiempo después, en 2006, los estudiantes secundarios realizaron una serie de manifestaciones conocidas como la Revolución Pingüina, con demandas que incluían la derogación de la Ley Orgánica Constitucional de la Educación (LOCE), y el fin de la municipalización de la enseñanza. La presidenta Michelle Bachelet satisfació, en gran medida, las demandas de los estudiantes, deponiendo estos la movilización. Un escenario similar se vivió en 2008, ante el incumplimiento de los acuerdos con Bachelet; el descontento aumentó aún más con la inminente aprobación de la Ley General de Educación (LGE), que no difiere mucho de la LOCE; sin embargo, el movimiento nunca tomó suficiente apoyo interno y decayó al poco tiempo.
Una nueve serie de protestas en desagrado al actual de estado de la educación chilena comenzó en junio de este año. Las demandas específicas son un nuevo sistema de educación, incluyendo más participación directa del estado en la educación secundaria y un fin al lucro en la educación superior. La primera respuesta clara del gobierno fue una propuesta para nuevos fondos de educación, bajo el nombre G.A.N.E., y un cambio de gabinete que reemplazó al Ministro de Educación Joaquín Lavín, pero no fue vista como algo que realmente respondía a las demandas. El presidente Sebastián Piñera dice que la educación es un “bien de consumo” y que el “lucro en la educación es la compensación de trabajo duro.” El gobierno hizo una segunda propuesta este mes, directamente abordando las demandas estudiantiles, pero también fue rechazada por el movimiento, que aún continúa en la actualidad, mientras el gobierno descarta anunciar nuevas propuestas. El movimiento ha contribuido a la caída en el índice de aprobación de Piñera, que alcanzó un gran total de 26% este mes; una encuesta además muestra que un 72% de los chilenos apoya el movimiento estudiantil. Aún así, Chile sigue siendo visto como un país estable con fuertes instituciones, y según un artículo de Reuters (agencia periodística), la presidencia de Piñera no está amenazada.
¿Qué podemos concluir de esto como parte de la educación? ¿Qué opinas tú?